Juan Grabois señala una serie de situaciones que explican para él la razón de que haya ganado Milei. Según su parecer la lógica que impera en el peronismo hoy es que, no hay doctrina, no hay formación, no se estudia, no hay compromiso con el pueblo, no se siente el sufrimiento de los pobres. En este contexto la propuesta disruptiva de Milei se ganó el voto.
Pero no es lo
único que dice Juan, él piensa que hay muchos parecidos en el modo en que tanto
él como Javier Gerardo se presentaron como opción presidencial en las
elecciones paso. Y tiene la envidia de no haber sido él, como presidente, el
que diese su discurso frente a la gente y de espaldas al parlamento. Porque al
igual que el presidente electo piensa que los legisladores son una casta. No se
parecen al pueblo que dicen representar, en palabras de Grabois, no existe tal
representación.
El modo en que ven ambos la condición política
de la actualidad es similar y sus propuestas son disruptivas, en lo que se
diferencian es en el contenido. El proyecto humanista de Juan se ve atacado por
dos flancos, el exterior, desde la derecha y el interior, por el propio frente
político que traiciona, miente y no representa.
Como
seguidor del Papa Francisco lo cita permanentemente y dice: Lo económico es la
administración de la casa común. Esta administración requiere de valores
culturales, materiales y espirituales. Y expresa que la clase gobernante ha
bastardeado esos valores durante muchos años, en consecuencia, una propuesta de
un outsaider de la política, aunque reaccionaria y deshumanizante, cautivó el
voto.
Le
responde al presidente sobre sus acciones de la primera semana de gobierno; hay
normas que están por encima del tiempo que dura un periodo gubernamental; la
constitución, los tratados internacionales con rango supraconstitucional y las
leyes. A su vez el salario es un derecho patrimonial y está dentro del marco de
los derechos de propiedad, por lo tanto, al congelar el salario social
complementario le está confiscando el pan a 1,3 millones de argentinos.
Cuando
se refiere al armado político de Bs As habla de lo mafioso de los llamados
varones del conurbano, se refiere a los integrantes de la Cámpora como chetos
que se van a Miami a tomar cocktails, y encima le dicen al pobre que tienen que
ser carne de cañón para desestabilizar al gobierno de Milei.
Alude
a los dichos de Macri: tratar de Orcos a los integrantes de los movimientos
sociales, gremiales y sindicales, es deshumanizar para habilitar la violencia,
además consigna que el llamado a los pibes para defender a Milei es una
apología a la violencia colectiva.
Si el
protocolo anti-piquete de Bullrich se aplica esto va a ser el Far West.
Voy a dar mi
opinión respecto del pensamiento de Juan Grabois; creo que padece una especie
de ingenuidad cuando dice que “en política está mal mentir”: aunque es un
hombre que ha puesto el cuerpo innumerables veces, es decir que se trata de
alguien que conoce el terreno en el que campea, creo que una frase como esa
demuestra que tiene una relación con la política de cierta objetividad, y eso
es algo problemático. Porque no hay hechos políticos uniformes, sino que de lo
que se trata es de un relativismo concerniente al lugar que cada funcionario,
legislador, juez, ocupa en el entramado gubernamental, en función de sus
representados, también.
Tampoco
comparto la idea de que la representatividad en sí misma sea el problema en
estos tiempos. Sino que hay un conjunto de procesos históricos que han llevado
a los votantes a descreer de la llamada casta política. Atacar a la política
diciendo que los legisladores no representan a quienes los votan es cargar las
tintas sobre un problema ya grave, el problema de las instituciones que no
funcionan.
También es
problemática su función como organizador del movimiento de desocupados y
mediador entre estos y el gobierno. Porque colabora, sin quererlo seguramente,
en contener a cientos de miles de personas que de no mediar su figura harían
estallar a Bs As, tal como sucedió en 2001. Esta crítica él la conoce y se
queja de que los chetos de la Cámpora la ejerzan en su contra. Colaborar en la
contención en este punto es evitar que se desborde la situación, y si la
situación no se desborda las soluciones no aparecen, sólo hay paliativos.
Por último,
una buena de mi parte para Grabois, seguramente todos quisiéramos tener a
alguien así a nuestro lado cuando las cuestiones legales se nos complican. Es
un muchacho que pone el cuerpo y sabe enfrentarse a la autoridad. Quizá sea uno
de los pocos santos que habitan nuestro tiempo, en el sentido que le da Lacan a
ese concepto, “mientras más santos se rían mayor probabilidad de salida del discurso
capitalista”. El santo laico es la figura de alguien que logra, sin
proponérselo, abandonar la góndola, dejar de ser mercancía, se descarida.
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