En
el universo político se denomina rosca al diálogo que persigue, principalmente,
el objetivo de medir la fuerza que el discurso de las distintas facciones ostenta.
Allí se aúnan voluntades o se demarcan ciertos límites en los que queda claro
(al menos momentáneamente) quiénes acompañan a quienes y quienes no acompañan; la
ideología, la orgánica partidaria y la coyuntura social dictan estas fronteras.
Hay
una pauta filosófica que rige hasta hoy esas roscas y es la idea de sujeto tal
cual lo concibió la modernidad; un individuo autoconsciente, dueño de sí mismo
y por lo tanto de su propia voluntad, guiado por una razón que si no es divina
como en Descartes, al menos es ilustrada y no tiene fisuras salvo que
voluntariamente se la falsee como estrategia ante el adversario.
Hoy
se propone, a la luz de la teoría del significante en Lacan, algo distinto.
Algo distinto en relación a qué es un sujeto. En ese sentido hacer política sin
saber cómo está constituido un sujeto es inútil. Numerosos ejemplos pueden
indicarnos cómo es que la anterior concepción de sujeto debe reformarse: el
fracaso de ciertos discursos políticos que no pueden evitar que los ciudadanos
elijan ser gobernados por sus opresores, la imposibilidad de un régimen
democrático y propiciador de nuevos derechos para profundizar ese proyecto, el
cambio que se produce al interior de los mismos en las demandas de los
ciudadanos que hace que implosione dicho proyecto, la dificultad para hacerle
frente a la técnica (deudora de aquella idea moderna de sujeto) que no es un
discurso político en sí sino el brazo propulsor del discurso capitalista que ha
ganado la escena y se muestra en el sentido común, en el reino de lo obvio y
aunque vulnere derechos que ella misma ha posibilitado (el caso de los
medicamentos me parece paradigmático) avanza sin parar mientes en el
sufrimiento que provoca, las muertes, los llamados crímenes de lesa humanidad. Pero
es que el humanismo está implicado en tales crímenes pues se sostiene en una
construcción teórica del sujeto errónea.
La
propuesta viene de la mano de Ernesto Laclau y Jorge Alemán, uno filósofo
dedicado a la política, el otro psicoanalista que articula política y
psicoanálisis lacaniano. No voy a hablar de cada uno de ellos hoy sino de lo
que puede importar de sus propuestas teóricas para una rosca posible, es decir,
para un diálogo político emancipador.
La
división subjetiva es un buen comienzo para imaginar aquella intervención en la
política, porque tal división se opone a la descripción heggeliana que concibe
al sujeto como autónomo y en dominio absoluto de su propia voluntad. En psicoanálisis
se escribe $ (sujeto barrado) barrado por la tachadura de la ley, barrado por
la intermediación del significante; cuando habla es hablado, ello habla[i].
Lo que habla cuando el sujeto habla es un más allá del sujeto que lo constituye
y lo determina llamado por Freud y Lacan inconsciente. Inconsciente es una
invención teórica que puede explicarnos con más precisión cómo está constituido
un sujeto.
Inconsciente
es un arreglo (del álgebra matricial) de significantes (colección de partículas
del lenguaje que no tienen significación alguna), que se ordenan conforme a la
ley (a la cultura podríamos decir) por vía de una demanda. De tal manera que la
hermenéutica, por ejemplo, deja de tener sentido. Ya que todo sentido se
sostiene en una demanda y no comporta orden alguno fuera de la ley que lo
produjo. Esto es importante a la hora del diálogo político porque implica en una
posición de analista[ii] al
político para que se produzcan los
significantes amo que ordenan a los ciudadanos, a cada grupo, a cada uno.
Lo
que habitualmente se hace en una rosca es hermenéutica, exégesis del otro para
analizar el sentido de lo que profiere. El resultado es el fracaso que
enunciamos párrafos atrás. Dejo aquí este artículo y les propongo algunas
lecturas para pensar si es posible otro enfoque al tema.
- Para una izquierda lacaniana...
Intervenciones y textos - Jorge Alemán, Grama Ediciones
-La razón populista, Ernesto Laclau, Fondo de
cultura económica
-La instancia de la letra en el inconsciente o
la razón desde Freud, Escritos, Jacques Lacan, Siglo XXI editores, pag. 473
[i] Ello es uno de los elementos de la
segunda tópica freudiana que es totalmente inconsciente
[ii] Analista es el que se ofrece en
análisis para que el analizante haga el trabajo analítico, cuando vas a una
sesión de análisis, a una consulta, estás en posición de analizante.
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