Existe una tendencia general a evaluar la
elección presidencial de 2015 como aquella instancia en donde la gente eligió
mal, en contra de sus intereses, por odio a la figura de Cristina, odio que fue
el eco en los medios de ciertos aspectos miserables de los ciudadanos. Coincido
con esto aunque podríamos ampliarlo. También hay otra cuestión.
La
hipótesis es que no se escogió un candidato que la gente identificara con el
modelo contrahegemónico que salía del gobierno. Además existe otra
circunstancia que explica esta hipótesis, y es que el modelo político económico
que se inició en 2003 nunca fue votado por la gente, apenas un 22% de los votos
llevó a Néstor Kirchner a la presidencia. Mi análisis es que un modelo
distributivo, en las condiciones actuales de desarrollo del capital, nunca será
votado masivamente. Ya que el enemigo es muy poderoso, por un lado cuenta con
la tendencia al hiperconsumo del ciudadano vía la oferta promiscua de
mercancías, por otro lado los propietarios de los medios de producción que hoy
son básicamente los propietarios de la banca y del circuito financiero, inmediatamente
disponen de dispositivos que con mucha efectividad ligan xenofobia y mercado para
inculcar en las cabecitas distraídas que lo extraño (la política) hará que no
puedan inscribirse como sujetos del consumo y por lo tanto estará en juego esa
palabrita siempre próspera que se escribe así: felicidad.
Estarán
diciendo que me olvido de las dos candidaturas exitosas de Cristina Fernández y
del 54% de los votos obtenidos por ella. Yo me apuraré a decir que los tiempos
de la estrategia son más largos, a veces, que los tiempos de las personas. El
establishment se vio sorprendido en 2003 por la emergencia de Néstor Kirchner,
no se imaginaron jamás que dejaría de ser la marioneta de Duhalde y que pronto
se ajustaría al ritmo que marcaba el pueblo masivamente; juicios a los crímenes
de lesa humanidad, inversión en infraestructura como escuelas, casas, aumento
salarial, descongelamiento de las paritarias, etc. Esta sorpresa y el hecho de
no tener la bola de cristal de la adivina, hizo que el enemigo del pueblo, esos
señores glotones, tuvieran que comenzar a desarrollar una estrategia para
vencer la ola redistributiva que propuso Néstor y después Cristina desde la
presidencia.
En
eso estaban los poderes económicos mientras sucedía el éxito en lo político del
matrimonio Kirchner. Aquí una aclaración que es muy necesaria, se trataba del
éxito del matrimonio presidencial porque en realidad muy pocos integrantes del
FPV se parecían a sus principales dirigentes. Prueba de ello fue la
imposibilidad señalada para encontrar fuera del matrimonio a quiénes los
sucediesen en el gobierno. Tardaron mucho tiempo en instalar un sistema de
medios que comenzara a socavar la figura de Cristina y entonces el encono se iría
acumulando.
Tal
como se presenta el panorama uno podría decir que la irrupción del modelo
populista en la Argentina es una anomalía en el sistema. Hace décadas que los
gobernantes representan a las corporaciones en el gobierno nacional, y esto
produce una patria devaluada fértil para los negocios corporativos.
Son
varias las razones por las cuales se perdió la elección en 2015, pero creo que
lo más indignante es que, sean cuales fueren las causas de la derrota, ganó Macri;
un hombre con una erudición paupérrima, representante del sentido común
homicida de los milicos del 76, liviano en sus discursos como una sábana
tendida al viento. Es el que le lleva los cuadernos al pibe popular de las
películas de adolescentes yanquis, fungiendo de popular. Una vergüenza para
cualquiera que conozca la historia mundial de líderes políticos.
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