Las matemáticas, así como la lógica, son un modelo de
lenguaje formalizado, de una manera más extrema que el lenguaje vulgar. La
formalización de estas áreas nos permite jugar con un modelo de lenguaje más
previsible y menos ambiguo, lo que admite una serie de cálculos sobre su
estructura para verlo evolucionar en un pequeño modelo, tal como lo hace Lacan
en el seminario sobre la carta robada, partiendo del lanzamiento de una moneda
y llegando a la formalización de un modelo de lenguaje, en el que muestra una
serie de consecuencias psicoanalíticas que muy difícilmente podrían ser
mostradas sin la ayuda de esta formalización.
La
naturaleza silogística del lenguaje vulgar es clave para comprender que, en el
universo de lo humano, que es el universo del lenguaje, no hay acto de palabra,
más aún, no hay acto del sujeto, que no se deje atrapar por una estructura que
le precede y lo ordena para volverlo un Inter texto.
Hay un viejo
anhelo en la historia del pensamiento que fue propuesto como utopía por Leibniz
y Descartes, que hablaba de la posibilidad de formalizar el lenguaje de la
filosofía para poder debatir al modo en que procede el cálculo matemático.
En el
seminario de la carta robada Lacan parte de una moneda lanzada al azar como el
hecho en sí, pero pronto señala que no hay tal objetividad porque, por ejemplo,
no han sido contabilizadas las veces en que la moneda cayó de canto, o se fue
rodando y se perdió en una alcantarilla; no, sólo se ha decidido anotar las
veces que cae de cara o de cruz. Es decir, ya está operando el significante en
el supuesto hecho objetivo del que partimos.
Avanza con
su experimento y comienza a agrupar en tríadas al azar los eventos, construye
tres capas de formalización, y advierte que en la última se ha producido lo que
él llama la opacificación del significante, a partir de la cual es posible que
alguien diga “puedo decir lo que quiera” porque no percibe sus condicionamientos
inconscientes, que serían, en el experimento, lo que sucede desde el
lanzamiento de la moneda hasta la segunda capa del formalismo.
Es
interesantísimo este modelo de lenguaje porque permite señalar de una manera
muy concreta cómo es que funcionan las determinaciones inconscientes del
sujeto. Dado que es muy difícil que alguien que no estudie psicoanálisis pueda
aceptar estar condicionado en sus decisiones, en sus alocuciones, en su
proyecto de vida. Porque al funcionar opaco el dispositivo significante,
creemos junto con los filósofos, que el yo es nuestra alma que participa de voluntad
y libertad absolutas. En la historia del pensamiento al yo de los filósofos se
le conoce como el yo fuerte, y al descubrimiento freudiano como el yo débil.
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