Hoy quise hablar de este tema porque se conecta con otros
artículos que he subido al blog, y también está en plena relación con los fines
que se propone esta página de opinión que administro.
La edición
genética era vendida como una serie de experimentos al estilo Frankenstein,
donde no se utilizaban cálculos, sino sólo un procedimiento de prueba y error
basados en la intuición del científico.
Este texto
va a intentar transmitir algo, muy poco, de lo que en una disertación del Dr.
Luis Blanco Dávila, se dijo al respecto de la edición genética. Una disciplina
que en las últimas décadas se ha ido formalizando, introduciendo el cálculo y
la programación de la mano de los bio-programadores. Introduzco este tema para
poder establecer alguna precisión de lo que implica el lenguaje y su estructura
en las diversas disciplinas científicas.
En ciencias
existe una cierta controversia que se ve reflejada en distinciones como la de
ciencias duras y ciencias blandas, o ciencias sociales y ciencias naturales, o
ciencias humanas y ciencias naturales. Las ciencias duras compuestas por la
Física, la Química y la Matemática (siendo esta última una disciplina
conjetural, ya que ninguno de los objetos que estudia se encuentran más allá
del lenguaje que le es propio), tienen como modelo a la Física-matemática, y de
allí en adelante, en virtud del éxito obtenido a causa de esa imbricación que
le otorga un estricto formalismo a la física, las demás disciplinas han
intentado hacerse del lenguaje de la matemática para confeccionar sus objetos
de estudio. Esto no ha sido bien recibido por algunas comunidades científicas
que acusan de frialdad al formalismo, en mayor medida cuanto el objeto de
estudio de la disciplina científica se acerca al ser humano.
El proyecto
genoma humano que abarcó más de una década para lograr su cometido (1990-2003),
completar la secuencia de nuestro genoma, agrupó en 4 elementos a los ladrillos
que formaban una cadena de ADN. Estos ladrillos son A, G, T, C, Adenina,
Guanina, Timina y Citosina, son cuatro bases, dos purinas
y dos pirimidinas. Con estos elementos asociados en función de una secuencia
lógica se pudo escribir lo que la “naturaleza” nunca pudo, ni podría darnos.
A partir de 2006 se produjo el
hallazgo de una gran cantidad de polimerasas, las cuales son mecanismos que un
organismo biológico dispone para realizar diversas tareas sobre el ADN, hasta
2016 se habían encontrado 17 polimerasas que se podían agrupar según su
finalidad; para la estabilidad genómica, de tolerancia al daño y de
variabilidad genómica. El paso siguiente es aprovechar los sistemas
descubiertos para curar enfermedades editando el genoma. Eso ya se hace y es la
tecnología base con que se produjeron algunas de las vacunas contra el
covid-19.
La pregunta
que me interesa hacerme es si ADN, bases, purinas, polimerasas, existían antes
de que los científicos se pusieran a investigar, dando un nombre a cada
elemento y articulándolos entre ellos. Mi respuesta provisoria es que no
existía ninguno de esos elementos. Y es esta razón la que vuelve imprescindible
la formalización, la utilización de lo simbólico y lo imaginario para asir lo
real que se presenta siempre como imposible.
En la
disputa por el formalismo en ciencias uno de los argumentos utilizados es que
las variables en juego no son simples letras en una computadora, sino que, como
pasa en economía, se trata de personas que sufren una deshumanización al
abordar la disciplina desde algoritmos que resuelven problemas económicos. En
sociología se acuñó el término ingeniería social para referirse peyorativamente
a la aplicación de cuestiones formales a formaciones sociales.
Creo que
ambas posiciones pueden beneficiarse del intercambio teórico, y así lo han
hecho en muchos casos. Produciendo la humanización en aquellos lugares teóricos
demasiado formales y viceversa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario