Estados Unidos ve cuestionada su
hegemonía global, frente a esto ha puesto la mirada en Latinoamérica para
retomar el control que había perdido; que
si no lo había perdido al menos se le estaba escapando de las manos. A esta
injerencia del norte en los asuntos latinoamericanos le llamamos
neocolonialismo.
Ustedes saben que en épocas de la
colonia, española primero e inglesa después, en Argentina se dieron una serie
de dificultades sociales que terminaron por desencadenar hechos emancipatorios a
lo largo del siglo XIX. Tal liberación se produjo no por la idea patriótica (la tesis a la que suscribo es que el nacionalismo no obra de fundamento sino de coadyuvante) sino por los ríos de sangre y sufrimiento que la condición de colonizados
importó. Es por ello que nos oponemos a una nueva etapa colonial.
Los ganadores de la subordinación al
imperio son siempre pocos, estos a su vez necesitan de la mano de obra de los
más para sostener su posición beneficiosa. O como en el caso de nuestra
Argentina actual, necesitan (aunque no lo digan) eliminar, aniquilar, asesinar
a millones de explotados para convertir en rentable sus empresas al servicio de
la extranjería. Hacerle el servicio a la extranjería es el beneficio económico
de aquellos pocos. Este panorama pronto hará que un ámbito democrático se
convierta en una dictadura genocida. Pero no son esos de la clase alta los que
empuñan el fusil para eliminar sobrantes humanos, son las fuerzas armadas en
todos sus estamentos los que prestarán tal asistencia criminal. Tenemos
entonces el panorama escindido, los ricos y poderosos por un lado vinculados a
una parte del pueblo que es su mano de obra y por el otro lado una guerra civil
para someter a las mayorías. Éste es el río de sangre y sufrimiento del que
hablamos.
Argentina demostró varias veces en
su reciente historia que era posible vivir en un estado equilibrado, incluso se
nombra a esta tierra como una región de paz. El neoliberalismo jugando las
cartas de un nuevo estatuto de colonia para nuestra patria está orientando el
aluvión social hacia la guerra civil. Cómo hace eso: reduciendo el poder de los
sindicatos, demonizando a sus dirigentes, situando el discurso y el hecho de la
deuda por encima de cualquier posibilidad de cumplir con ella, reduciendo
programas sociales que hacían que los marginados tuviesen condiciones menos
indignas de vida, produciendo un relato sobre la educación y salud pública que
las lleva al estatuto de privadas para generar un sistema más, otro de los
dispositivos, de acumulación de capital,
reintroduciendo aquello de que el egoísmo del carnicero nos beneficia a todos
porque así el mercado provee. Reduciendo los subsidios a las pequeñas empresas
para favorecer la capitalización de las pocas empresas sobre las cuales quieren
fundar el nuevo orden de segregación y muerte.
Las matemáticas por sí solas no
resuelven nada, nuestros actuales gobernantes practican una epistemología
decimonónica que no sé si por ingenuidad o por maniobra estratégica pretende
colgar de una integral (fórmula matemática) la decisión organizativa de lo
social. Huida de la política, pero más que huida negación y persecución. Podría
ser prueba de que se trata de una estrategia maliciosa, el hecho de que el
algoritmo matemático funcione siempre a favor de unas empresas y no de otras.
De cualquier forma la ingenuidad puede ser también una forma de malicia.
El neocolonialismo es la carta que
juega el neoliberalismo en nuestro suelo, se sirve de la existencia de una
oligarquía heredera de los terratenientes del 30 que ahora tiene sus raíces no
sólo en las extensiones de tierra cultivadas por sus arrendatarios sino en
algunos (muy pocos) segmentos de la industria y en la timba financiera para
multiplicar sus divisas. Tal forma de la economía exprime al pueblo en su
conjunto haciendo retroceder a la clase media a la pobreza, la pobreza a la
indigencia y los indigentes a la extinción, en una continuidad que sólo se
detiene para brindarle mano de obra (cada vez menos necesaria) a los proyectos
de esa clase alta, de ganancias pornográficas, plusvalía demencial e inhumana.
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