La gran
esperanza blanca que representa Milei desde el polo ultraderechizado, ha ganado
las elecciones por medio del voto popular. Que en el ballotage lo haya elegido
el 54% de los votantes quiere decir que, no solo la pulcra blancura del pueblo
argentino lo votó, quiere decir que hubo mucho descamisado, muchos cabecitas
negras, que lo votaron. ¿Cómo explicar esto?
En el ensayo
de una explicación posible, hay que tomar en cuenta las identificaciones que el
sujeto pone en juego a la hora de hacer su elección. Esos trabajadores que
vieron en Milei una alternativa, están identificados a cosas tales como el
emprendedor de sí, el orden al mérito (que es una falacia pues no hay mérito en
nacer en un sector de privilegios), la fortuna como algo que depende de la
propia voluntad, el progreso indefinido de la ciencia como progreso de la
sociedad toda, al antipolítico (que ve en la política algo propio de una casta
inservible), etc. ¿Cómo entender que el mismo pueblo que votó mayoritariamente
a Cristina Fernández de Kirchner (ganó con 54% en primera vuelta en 2011) hoy
esté votando, doce años después, por lo que podría ser la peor catástrofe
social (incluyendo al gobierno de Macri) de los últimos 35 años?
La principal característica del
sujeto es que, aunque universal él, es hoy neoliberal. Lo que se podría decir
así, el sujeto es neoliberal; hoy y hace doce años atrás, como hace 40 años
también. Desde la caída del muro el capitalismo aceleró su ritmo hacia el
neoliberalismo. Para ser más precisos estaría bien decir que el contenido del
fantasma del sujeto es neoliberal, esto condiciona y vuelve al sujeto,
neoliberal. Así que no se trata de que hace doce años éramos patriotas
defensores de los derechos humanos y hoy nos convertimos en libertarios. Fue el
sujeto neoliberal el que ungió presidentes a los Kirchner y es el mismo sujeto
el que hoy vota a Milei.
En los años 2001 a 2003 Argentina fue
dinamitada por una serie de condiciones político-económicas que tienen como marcas
indisolubles, el asesinato de jóvenes en las protestas, así como el corralito
bancario que confiscó el ahorro de argentinos y argentinas. En tal condición,
la de un sujeto neoliberal totalmente sumido en su propia imposibilidad,
emergió un líder que con el 22% de los votos tomó las riendas del país y lo
llevó, en cuatro años, de nuevo, a ser un país donde el sujeto neoliberal (que
nunca abandonó el hábito pues se corresponde a un hábito de nuestro tiempo)
pudiera realizarse nuevamente. Esto es difícil de admitir, que seamos
neoliberales, aun siendo el caso de alguien confesamente de izquierda, porque
nos avergüenza aceptarnos como consumidores enajenados en el consumo.
El sujeto es neoliberal pero el
neoliberalismo está en crisis. Porque este sistema es inviable: Ciudades cada
vez más violentas, cataclismos climáticos a consecuencia de un modo de
producción que genera modificaciones profundas en el ecosistema, niveles
estratosféricos de depresión y ansiedad por el hecho de sostener un nivel de
consumo insostenible, una concentración del capital, cada año en menos manos,
lo que nos lleva al principio de la enumeración: ciudades cada vez más
violentas.
Así que el hecho de que esta gran
esperanza blanca nos gobierne, no es el resultado de casualidades o genialidades
del marketing, sino que es el resultado de nuestra propia implicancia como
sujetos, en el régimen político-económico que impera.
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