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miércoles, 25 de marzo de 2020

El acontecimiento covid-19. Una lectura lacaniana

La ruptura de los órdenes económicos es un invento de la historiografía, los cambios rotundos cuando suceden ya han sucedido y no hay voluntad de poder que pueda adjudicarse el hecho. Esto también es un invento.

Hay un optimismo relativo al acontecimiento covi-19 que consiste en creer que algo va a movilizarse profundamente en las consciencias de los habitantes del mundo. Esa conciencia esperada es la esperanza que siempre pende del hilo del acontecimiento. Pero dado lo acontecido lo que sigue es una escritura resiliente de lo establecido, o lo que nunca hemos visto desde el sapiens hasta aquí (lo que nunca podremos ver de todas formas), la extinción.

Ya que de la extinción es imposible hablar porque es un hecho al que nunca tendremos acceso, me interesa desarrollar esa escritura resiliente de la institucionalidad:
Las marcas del sujeto son, un saber inconsciente que se enuncia, una repetición que se ejerce y un goce que no es tan desterritorializador como imagina Deleuze. Con esas minucias el sujeto asiste al acontecimiento, lo real que se impone intenta ser simbolizado por ese saber inconsciente que goza repitiendo su propia estructura.

El optimismo en mi propia versión radicaría más en la posibilidad que podría tener cierta parte de la sociedad, los mejores de entre nosotros, de relacionarse con discursos que lo espabilen respecto de su propia constitución subjetiva. Eso hacemos en análisis, pero las condiciones del análisis no son privativas del consultorio del analista. Pueden darse en cualquier lugar y momento si el sujeto que se enuncia lo hace exhaustivamente como justamente sucede en las situaciones límite que lo confrontan con sus propias e íntimas condiciones de posibilidad. Es por eso que la historia confundió al humanismo con el existencialismo, el existencialismo es la experiencia del sujeto ante su propia finitud, ante la inminente posibilidad de inexistir. Lo que constituyó el yerro fue creer que la perentoria muerte era el único momento frente al cual el sujeto podía liberar todas sus fuerzas creativas.Y no es así.

El sujeto se expresa exhaustivamente cuando se ha roto (no del todo, por eso se expresa) el orden simbólico que lo asistía, son momentos que hay que aprovechar, pero para ser aprovechado deben darse una serie de condiciones que no están garantizadas de ante mano. En la contingencia se mueve el sujeto.

Una de las propuestas de intelectuales que nombran lo que nombro es la organización social, la institucionalidad y un esfuerzo relativo a la práctica de un relato que nos advierta, y pueda emancipar al sujeto de sí mismo. ¿Qué es esto? Lo que ya dije, la posibilidad de que el sujeto en su manifestación tenga a mano un universo simbólico que le devuelva su íntima conformación y tenga entonces, finalmente, la posibilidad de saber que cuenta con ello.

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