La ruptura de los órdenes económicos es un invento de la historiografía,
los cambios rotundos cuando suceden ya han sucedido y no hay voluntad de poder
que pueda adjudicarse el hecho. Esto también es un invento.
Hay un optimismo relativo al acontecimiento covi-19 que
consiste en creer que algo va a movilizarse profundamente en las consciencias
de los habitantes del mundo. Esa conciencia esperada es la esperanza que
siempre pende del hilo del acontecimiento. Pero dado lo acontecido lo que sigue
es una escritura resiliente de lo establecido, o lo que nunca hemos visto desde
el sapiens hasta aquí (lo que nunca podremos ver de todas formas), la extinción.
Ya que de la extinción es imposible hablar porque es un
hecho al que nunca tendremos acceso, me interesa desarrollar esa escritura
resiliente de la institucionalidad:
Las marcas del sujeto son, un saber inconsciente que se
enuncia, una repetición que se ejerce y un goce que no es tan
desterritorializador como imagina Deleuze. Con esas minucias el sujeto asiste
al acontecimiento, lo real que se impone intenta ser simbolizado por ese saber
inconsciente que goza repitiendo su propia estructura.
El optimismo en mi propia versión radicaría más en la
posibilidad que podría tener cierta parte de la sociedad, los mejores de entre
nosotros, de relacionarse con discursos que lo espabilen respecto de su propia constitución
subjetiva. Eso hacemos en análisis, pero las condiciones del análisis no son
privativas del consultorio del analista. Pueden darse en cualquier lugar y
momento si el sujeto que se enuncia lo hace exhaustivamente como justamente
sucede en las situaciones límite que lo confrontan con sus propias e íntimas
condiciones de posibilidad. Es por eso que la historia confundió al humanismo
con el existencialismo, el existencialismo es la experiencia del sujeto ante su
propia finitud, ante la inminente posibilidad de inexistir. Lo que constituyó
el yerro fue creer que la perentoria muerte era el único momento frente al cual
el sujeto podía liberar todas sus fuerzas creativas.Y no es así.
El sujeto se expresa exhaustivamente cuando se ha roto (no
del todo, por eso se expresa) el orden simbólico que lo asistía, son momentos
que hay que aprovechar, pero para ser aprovechado deben darse una serie de
condiciones que no están garantizadas de ante mano. En la contingencia se mueve
el sujeto.
Una de las propuestas de intelectuales que nombran lo
que nombro es la organización social, la institucionalidad y un esfuerzo
relativo a la práctica de un relato que nos advierta, y pueda emancipar al
sujeto de sí mismo. ¿Qué es esto? Lo que ya dije, la posibilidad de que el
sujeto en su manifestación tenga a mano un universo simbólico que le devuelva
su íntima conformación y tenga entonces, finalmente, la posibilidad de saber
que cuenta con ello.
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