Buscar este blog

lunes, 30 de marzo de 2020

No es el amor el que sostiene el vínculo. Es el vínculo el que sostiene al amor

“No es el amor el que sostiene el vínculo. Es el vínculo el que sostiene al amor”

Me interesó la frase porque me puso a pensar en su validez, inmediatamente la acepté como válida pero en virtud de un intercambio de críticas con algunos amigos me vi en la situación de argumentar esa validez.

El amor es dar lo que no se tiene a alguien que no es, es un malentendido sin solución y por eso mismo se resuelve en un imaginario, que construye aquel no-ser con los significantes del Otro, es decir suple ese no-ser con un imaginario muy particular.

El amante lee en el otro lo que el Otro le significa, para esto se vale de significantes que pertenecen a su campo de enunciación. Y ahí la frase “Es el vínculo lo que sostiene al amor”. Voy a reemplazar vínculo por lazo social. El lazo social es un Otro común en el que el sujeto está inscripto; la familia, la religión, la escuela, la universidad, los grupos de estudio de diversa índole, instituciones del arte, en fin, todo aquél conglomerado de sujetos diversos que le asigna un nombre a cada sujeto (sujeto difiere de individuo).

Debe existir un campo significante en el que el sujeto ha obtenido un nombre para que pueda surgir, entre otras muchas cosas, el amor.

Respecto a la frase “obtener un nombre, ser nombrado”: Se desarrolla aquí lo atinente a lo que en psicoanálisis se ha llamado la metáfora paterna, que no tiene nada que ver con el padre, podríamos decir que se asocia más a la idea de padrinazgo. Quien oficia de padre nombra al sujeto y le otorga así un faro, que es un conjunto de significantes a partir del cual el sujeto observará el mundo, el cosmos, las galaxias, los microorganismos, el todo. Sin embargo hay una cláusula que debe funcionar para que este nombre ordene al sujeto, esa cláusula es un cierto modo de relacionarse con la pérdida.

La pérdida es una función de estructura para el psicoanálisis, por el hecho de hablar perdemos. ¿Qué perdemos? Perdemos algo. Para que la ruleta de los significantes pueda girar (esto es la metonimia del deseo que nos lleva de una cadena significante a otra sin parar) es necesario que al menos un significante falte, para que los demás puedan moverse hacia ese vacío intentando velar la falta. Pero inmediatamente un significante ocupa ese lugar se evidencia nuevamente la falta, por eso la comparación con la ruleta que gira y gira y nunca puede detenerse sino para volver a girar, cuando se ha cobrado el premio.

El premio por la pérdida estructural es la inscripción del sujeto en el campo del deseo. El sujeto que tiene una mala relación con la pérdida es algo que vacila en su deseo. La psicosis se podría definir como la constatación de un sujeto sin deseo.

Ya que el amor no es sin deseo y éste supone la existencia de un campo de enunciación donde el sujeto tiene un nombre. Es claro que es el lazo (vínculo en la frase citada al principio) lo que sostiene al amor.

miércoles, 25 de marzo de 2020

El acontecimiento covid-19. Una lectura lacaniana

La ruptura de los órdenes económicos es un invento de la historiografía, los cambios rotundos cuando suceden ya han sucedido y no hay voluntad de poder que pueda adjudicarse el hecho. Esto también es un invento.

Hay un optimismo relativo al acontecimiento covi-19 que consiste en creer que algo va a movilizarse profundamente en las consciencias de los habitantes del mundo. Esa conciencia esperada es la esperanza que siempre pende del hilo del acontecimiento. Pero dado lo acontecido lo que sigue es una escritura resiliente de lo establecido, o lo que nunca hemos visto desde el sapiens hasta aquí (lo que nunca podremos ver de todas formas), la extinción.

Ya que de la extinción es imposible hablar porque es un hecho al que nunca tendremos acceso, me interesa desarrollar esa escritura resiliente de la institucionalidad:
Las marcas del sujeto son, un saber inconsciente que se enuncia, una repetición que se ejerce y un goce que no es tan desterritorializador como imagina Deleuze. Con esas minucias el sujeto asiste al acontecimiento, lo real que se impone intenta ser simbolizado por ese saber inconsciente que goza repitiendo su propia estructura.

El optimismo en mi propia versión radicaría más en la posibilidad que podría tener cierta parte de la sociedad, los mejores de entre nosotros, de relacionarse con discursos que lo espabilen respecto de su propia constitución subjetiva. Eso hacemos en análisis, pero las condiciones del análisis no son privativas del consultorio del analista. Pueden darse en cualquier lugar y momento si el sujeto que se enuncia lo hace exhaustivamente como justamente sucede en las situaciones límite que lo confrontan con sus propias e íntimas condiciones de posibilidad. Es por eso que la historia confundió al humanismo con el existencialismo, el existencialismo es la experiencia del sujeto ante su propia finitud, ante la inminente posibilidad de inexistir. Lo que constituyó el yerro fue creer que la perentoria muerte era el único momento frente al cual el sujeto podía liberar todas sus fuerzas creativas.Y no es así.

El sujeto se expresa exhaustivamente cuando se ha roto (no del todo, por eso se expresa) el orden simbólico que lo asistía, son momentos que hay que aprovechar, pero para ser aprovechado deben darse una serie de condiciones que no están garantizadas de ante mano. En la contingencia se mueve el sujeto.

Una de las propuestas de intelectuales que nombran lo que nombro es la organización social, la institucionalidad y un esfuerzo relativo a la práctica de un relato que nos advierta, y pueda emancipar al sujeto de sí mismo. ¿Qué es esto? Lo que ya dije, la posibilidad de que el sujeto en su manifestación tenga a mano un universo simbólico que le devuelva su íntima conformación y tenga entonces, finalmente, la posibilidad de saber que cuenta con ello.